Hipotecas de Capital Privado: ¿ayuda o problema?

Hipotecas de Capital Privado: ¿ayuda o problema?

Las hipotecas de capital privado suelen conllevar un coste superior a las tradicionales.

Esto ocurre porque habitualmente el perfil crediticio de los solicitantes es bajo, y su préstamo se percibe con mayor riesgo. Este hecho hace que las puertas de la banca tradicional se puedan cerrar, y se haga necesario el estudio de la financiación con capital privado.

Pero, ¿por qué tienen estas hipotecas mala reputación?

Solvencia contra insolvencia

Las hipotecas de capital privado no sólo tienen intereses más altos. También las comisiones son mayores. Hay que tener en cuenta que en las hipotecas tradicionales las condiciones suelen ser muy similares, mientras que en los préstamos entre particulares pueden variar mucho.

Otro factor a tener en cuenta en es el coste que se añade si se incluyen cláusulas que penalicen el incumplimiento del contrato.

El bueno

Las hipotecas de capital privado incrementan las oportunidades de aquellos que son propietarios de inmuebles a la hora de poder refinanciar su deuda o conseguir liquidez en un momento de necesidad en el que los Bancos les cierran las puertas.

El feo

Dado que este tipo de hipotecas se concede a clientes que han sido rechazados por la banca tradicional, con un arriesgado perfil crediticio, el porcentaje de impago de las misma es bastante superior. De ahí que el monto del préstamo, por norma general, no se conceda por encima del 40% del valor del inmueble.

Y el malo

El precio de esta financiación es elevado. Tiene altos intereses y suele ir acompañado de otras cláusulas de penalización y comisiones. Hay que realizar un estudio ajustado y meditado de la cantidad a solicitar para evitar caer en el impago.

Ser precavidos

Usadas con responsabilidad, las hipotecas de capital privado pueden ser un interesante apoyo para aquellos clientes que no tienen otra posibilidad de financiarse. Debe exigirse profesionalidad a los prestamistas a la hora de concederlas, pero también aquellos que las solicitan tienen su parte de responsabilidad, pues deben ser conocedores de cuáles son sus particulares necesidades y sus límites financieros.

Si todos los intervinientes en este tipo de contratos actuasen con esa responsabilidad, veríamos que las hipotecas de capital privado no son en sí buenas ni malas. Simplemente son un herramienta financiera.

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